Como siempre, éso sí, es un placer observar las costumbres del mirlo acuático, especie que no para quieta, o bien porque esté infatigablemente buscando larvas debajo de las piedras o bien porque esté posada pero contínuamente agachándose y levantándose con ese meneo tan típico y que hace que su pecho blanco rodeado de negro se vea de tan lejos y actúe como una señal para otros mirlos. Esa costumbre de no estarse quietos ni debajo del agua (literalmente, jeje) unida a que están muchas veces en sombra, hacen que los isos se disparen si quieres un mínimo de velocidad, éso unido al plumaje tan negro lo hace difícil de fotografiar, porque si además luce el sol el problema es que el blanco del pecho se quema.....es igual, es todo un placer observarlos, y por lo que yo he visto desconfían de la figura humana pero no del hide ni del movimiento del objetivo. En ese sentido son bastante tolerantes, no son desconfiados para nada, menos incluso que los martines. Si a éso sumamos que probablemente en otoño muchos individuos son todavía juveniles, más pardillos, que con suerte sobrevivirán al duro invierno (o no, por lo visto es la época que los diezma), la posibilidad de que se acerquen es enorme.
Es todo cuestión de observar sus movimientos, ver en qué zonas paran, revisar cada piedra prominente en la corriente que tenga cagaditas (que pueden ser también de lavanderas u otras especies, pero que en muchas ocasiones son de ellos).
Tampoco faltaron a su cita las lavanderas, en este caso un juvenil que andaba por allí patrullando y se mostraba enormemente confiado. Fijáos en esa zona "despeinada" que tiene en la zona auricular derecha....por increíble que parezca, es una garrapata....pobre bicho.
También pude ver muchos ánades reales, generalmente entremudados o hembras, que con su desconfianza habitual levantaban el vuelo al llegar nadando a la zona del hide y ver el objetivo apuntándolos fijamente.....
Cuando ya estaba recogiendo, con ese dolor de espalda y culo, con esas piernas dormidas por la postura imposible, veo venir por la corriente algo parecido a una fila de ratas nadando....me echo la cámara a la cara y lo que veo venir me deja de piedra: una pareja de visones americanos (malditos sean, pero mira que son bonitos). Uno de los individuos sale del agua y me rodea por la derecha, pero otro viene derechito a mí, tan derechito que veo que está calculando salir del agua justo entre mis piernas, y como ya conozco el caso de un colega al que se le tiró uno y le mordió la bota, prefiero no arriesgarme y me pongo de pié (me había agachado para pasar más desapercibido): en cuanto me ve, a dos metros ya de mí, se zambulle rápidamente y le veo deslizarse a toda velocidad río abajo bajo el agua.....qué pena que no fueran nutrias en lugar de éstos, pero bueno....no deja de ser una sorpresa.
Y éso fué todo. El mirlo acuático es casi la única especie que ves en esa zona del río (un martín pescador pasó como una flecha pero no tuve la suerte de ver qué zona frecuentaba más), pero es una maravilla que nunca descansa y aunque puñeterilla de fotografiar, como estás en un entorno precioso y tranquilo, en un río limpio de alta montaña, cuando estás allí esperando que vengan no es una pérdida de tiempo sino una ganancia de paz interior.
Un saludo colegas.
Unas fotos fantásticas de mirlos, buen ojo para pillarlos en su momento. Otro excelente report. Un saludote.
ResponderEliminarQue buenas fotos y que buena narración, parece que esté allí a tu lado.
ResponderEliminarEl mirlo acuático una pasada.
Saludos.
Cojonudos esos mirlos compi, y el peluche una pasada, a pleno sol delante de ti, has aprovechado la ocasión, están genial.
ResponderEliminarSaludos, Fer.
Muchas gracias compañeros, me encanta que os guste el reportaje. Un abrazo!
ResponderEliminarVaya retratos Andrés. Una preciosidad de imágenes. Tu blog tiene además la propiedadd de enseñarnos a los profanos. Enhorabuena compi!!
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