martes, 19 de noviembre de 2013

El nuevo comedero....ya en marcha.



     Todo llega, hasta el crudo frío. Mientras los mirlos acuáticos rellenaban mis salidas otoñales, el comedero estaba bien surtido de comida. Unas veces desaparecía la pitanza en dos días, otras pasaba casi una semana y aquello no bajaba. Cuando iba a echar de comer a mediodía y me escondía un ratito para ver qué se movía por allí, aquello daba una sensación de soledad....lo único que se movían por allí eran todavía las avispas , ¿serían ellas las que se zampaban mi esfuerzo?. Este otoño tan cálido ha dejado que los insectos vivan más tiempo que de costumbre, las hojas de los árboles ni se caían, los saltamontes brincaban por todos los lados, había zarzamoras, uvas, higos......¿quién iba a querer comerse esa mezcla de manteca? ¿las avispas?, pero por qué desaparecía tan deprisa????.
     Todo llega, y cuando el frío ha ido entrando ya sí había más animación por allí, y cuando por fin hemos dedicado una mañanita tranquila el resultado es mejor del esperado. Una buena variedad de especies después de un par escaso de meses cebando.


El tímido agateador, siempre llevándose el ataque de la especie más cercana, dá igual que sea un petirrojo, un carbonero, un lo que sea: siempre van a por él, pero gracias a sus dotes trepadoras, se cuelga del lado imposible del tronco y va casi reptando hasta llegar a las pequeñas migajas que dejan los otros:




 Los capuchinos, que otros años se nos han resistido o aparecían como si fueran famosos y no pudieran perder el tiempo con nosotros, esta vez son visitantes asiduos (unos cuatro individuos, a ojo).
Una especie preciosa.






Los macarras del comedero: los carboneros. Cuando se te pasa la mala leche que te pone verlos echar a todo cristo (menos a las especies mayores que ellos, claro), entiendes que con su cantidad y revuelo, son en realidad los que mueven el cotarro, y yo creo que aunque otras especies los teman, también los siguen porque les interesa:

Los herrerillos comunes, también muy vistos pero no por éso menos bonitos:



El petirrojo, ese petirrojo que tienen todos los comederos (a veces dos, que siempre se llevan mal entre ellos, jeje) y que aparece y desaparece con celeridad para evitar el acoso de los carboneros macarras.....




Y la joyita del comedero, un precioso macho de picapinos que aunque no se pone tan cerca tampoco recela demasiado de la silla hide. El consejo de Fernando Mostacero de cómo atraerlo (dejando avellanas y nueces sin pelar para que sólo él pueda aprovecharlas, con el pequeño truco de machacar alguna para que pueda aprender que lo que esconden es jugoso, en esta zona donde no hay nogales ni avellanos), es lo que ha permitido que venga tan animado porque aunque también come la mezcla mantecosa de los demás, se pirra por las nueces de la grieta:




Los pinzones vulgares son, con mucho, los más abundantes del comedero. Cuando te acercas, salen en bandos de diez o doce individuos, algunos del suelo y otros de los árboles cercanos. Aún así, como son muy recelosos y sólo bajan al suelo cuando han estado una hora vigilando (es un decir), como en cuanto oyen un grito de alarma de un carbonero (aunque esté discutiendo con el de al lado) ya están otra media hora recelando, y como nada les viene bien, para que bajen deberán pasar algunas semanas más.... aquí un machito observa el objetivo con cara de "no me fío un  pelo":


¿Serán éstos los culpables de que la comida tan pronto dure varios días como desaparezca por arte de magia?. Porque aunque muy desconfiados y difíciles de fotografiar, cuando entran arrasan. El bando, de unos siete u ocho, se zampa unas generosas porciones de mezcla en un santiamén....


 Con los trepadores sí contábamos. Es una zona con algunos pinos y son muy habituales, los hemos oído cantar en las copas y sabíamos que vendrían, y más habiendo pipas:




Y éso es todo de momento. Queda mucho por pulir. Los fondos desenfocados y bonitos los tendremos todo el invierno (son especies perennes: jara, encina, alcornoque, pino....), los posaderos habrá que pulirlos y cambiarlos, sobre todo en este caso que por ser una primera sesión de "a ver qué entra" no fueron muy cuidadosos por mi parte, con ramas claramente cortadas para que no estorbaran pero que quedan feas. El sitio es bonito, está cerquita, muy cómodo de llegar y visitar. Ojalá no nos chafen el invento (ya sabemos cómo es ésto) y nos aguante al menos este invierno.....
Un abrazo colegas!!!!